Foto: Libro "Entre la Vera y el Valle"
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El Álamo era el orgullo de los piornalegos y en nuestro recuerdo permanecerá, porque siempre lo transmitiremos a las generaciones venideras, ya que hemos sentido su pérdida como si fuera la de un vecino o incluso como la de un familiar.
El Álamo ha formado parte de nuestras vidas desde nuestra niñez, le hemos estado contemplando y él a nosotros. Él conocía nuestras vidas desde el bautismo hasta el día de nuestra muerte.
Ha visto pasar delante de él generaciones y generaciones de piornalegos, era amigo de todos y enemigo de nadie.
Ya no podemos apoyamos en su tronco, buscar la sombra de sus ramas o escondernos, en Jarramplas, para que no nos den los nabos.
Otra nueva vida comienza hoy en su lugar y esperemos que sea tan bien recibido como el Álamo al que nunca olvidaremos.
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