Las estaciones

Ángel Prieto Guillén

Primavera

Réquiem (de Mozart), kiries y mementos:
incinerad mis restos cuando muera,
subid a Peñanegra en primavera
y esparcid mis cenizas a los vientos.

Donde la sierra besa el firmamento,
donde el Valle se hermana con la Vera,
donde florece el brezo y la escobera,
allí, donde se asientan mis cimientos.

Cuando en el roble despunten las yemas,
estallen del cerezo las corolas,
y funda el sol el último nevero.

Quizás alguien recuerde este poema:
habrá, quizás, narcisos y amapolas
donde florecen lirios en enero.

linea Verano

En verde prado yo enterré mi infancia
en una sierra agrestes y nemorosa,
a orillas de una fuente rumorosa,
junto a un roble preñado de arrogancia.

Aspirando del heno la fragancia,
dormida por la nana cadenciosa
de esquilas y de brisas veleidosas
y el silbo de un cabrero en la distancia.

Allí yace mi infancia, cobijada
por las ramas del roble centenario,
que bebe en la frescura del venero.

Allí vuelvo, a soñar con madrugadas
y tardes sin reloj ni calendario:
sólo allí no me siento forastero.

Otoño

Otoño de aguaceros y baladas
tras los cristales, tarde fugitiva,
agridulce nostalgia, pena esquiva,
sueño fugaz, canciones olvidadas.

Danzan en la plazuela hojas aladas
y el viento gime. En la montaña altiva
sólo vela una flor de siempreviva
entre rocas por musgos arropadas.

Bosteza el sol, languidece la vida,
maduran nuevos vinos en las sombras
de bodegas de olvido y remembranza.

El tiempo arrastra la ilusión perdida.
Como el viento, con hojas teje alfombras
de sueño roto y falsas esperanzas.

linea Invierno

Colgando está la aurora sus cuchillos
de hielo en las canales del alero.
Noche gélida y gris. Luna de acero.
Estrellas frías de aristados brillos.

Resuena una canción sin estribillo
-..cuando más hiela.. a los veinte de enero..-
la entona en procesión el pueblo entero
sin cura, sacristán ni monaguillos

al ritmo machacón de la alborada
-Sebastián valeroso hoy es tu día...-
cantan los gallos de la madrugada.

Nostalgia travestida de alegría:
oyendo de Jarramplas la llamada,
canta la oda y calla la elegía.

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© Víctor A. Díaz Calle. 1997-2004