Lo que uno desconoce no es ignorancia sino un estímulo para la curiosidad, para la búsqueda, para el encuentro con el conocimiento que, en cada cuestionamiento, podemos asumir como paso previo a otro desconocimiento que estimula más preguntas que desembocan en el conocimiento mismo. Es una transformación permanente.
Por eso, cultura y arte son el edificio más importante que tiene el conocimiento, quizás el que no se favorece de axiomas ni de ecuaciones demostrables, pero sí de las que subvierten lo que es tal y como vemos, de lo que se puede transformar, de lo que debe ser concebido como un acto de superación.
Por eso, no voy a citar autores ni a impostar conocimiento a través de párrafos que sólo contribuyan a revestir de apariencia algo que ha de ser realidad. Creo y defiendo que cultura es todo. Y lo creo porque una sociedad organizada aporta costumbres, tradiciones, aromas y formas de vivir que, mimetizadas a la expresión artística, consiguen sublimar lo cotidiano hacia huellas indelebles.
Nuestro reto es transformar y transformarnos con el hecho cultural como esquema social y reescribirnos a través del arte, de la intuición, del libre pensamiento. No en vano la cultura como socializadora del conocimiento a través de lo sensible, ha sido enemiga de todas las formas de gobierno dictatoriales. Cada vez el totalitarismo se impone, se suceden quemas de libros, artistas perseguidos y cuadros robados. Se persigue lo que no se puede controlar y la cultura es la puerta a toda libertad posible.
Por tanto, el hecho cultural que es capaz de tomar de lo existente y tradicional para transformarse en nuevas expresiones, garantiza la trascendencia de nuestros valores a través del tiempo. Es indudable, evidentemente, que el brazo ejecutor contra el paso del tiempo es el arte y el arte se nutre de lo que fuimos, de lo que somos y de lo que imaginamos que seremos.
Piornal es una excusa para romper fronteras, para dignificar a nuestro pueblo y a todos los pueblos porque a la humanidad la unen más razones de las que la separan, aunque las religiones y el dogmatismo quieran hacernos creer todo lo contrario.
Estoy aquí no para hablar en primera persona sino para ser la voz de todas las opciones posibles que den un salto definitivo a lo imposible. Los sueños no son una evasión de nada; son, ni más ni menos, que la gran forma de hacer realidad el mundo que imaginamos. Estamos en ello, y no pararemos hasta conseguirlo, con todas, con todos, sin fronteras ni dogmatismos.
Muchas gracias !
Javier Prieto