Los desaparecidos retablos de azulejería Talaverana de Piornal
(Se perdieron con el derribo de la antigua parroquia)

Florencio-Javier GARCÍA MOGOLLÓN
NORBA-ARTE XVI (1996) / Páginas 369-371
Universidad de Extremadura
Departamento de Historia del Arte

(El presente texto y sus imágenes son un fragmento del artículo "Los desaparecidos retablos de azulejería Talaverana de Piornal y su relación con los de Valdastillas y el de la ermita placentina de San Lázaro" que, si quieres, te puedes descargar completo )

La antigua iglesia parroquial de Piornal se derribó por su estado ruinoso en el año 1966. La actual se construyó desde el citado año con proyecto del arquitecto don Tomás Civantos Hernández. Tan sólo se respetó del viejo e interesante edificio gótico, con añadidos del siglo XVII, la torre, una de las más vetustas del Valle del Jerte y que puede datar, en sus partes más primitivas, del siglo XIV, cosa nada extraña si tenemos en cuenta que la parroquia de San Juan Bautista de Piornal ya se citaba en el año 1254 1.

Las joyas que custodiaba celosamente la iglesia parroquial de Piornal, desgraciadamente perdidas para la historia del arte extremeño2, eran los dos altares de azulejería talaverana que, como los de Valdastillas, adornaban los frentes de la nave y flanqueaban el apuntado arco triunfal de entrada a la capilla mayor. Es probable que procedieran de la arruinada iglesia de Asperilla: recordemos, al respecto, que los de la cercana localidad de Valdastillas también se instalaron en su iglesia parroquial después de ser arrancados del monasterio franciscano de Santa de Cruz de Tabladilla o del templo de San Martín de Ojalvo, aldea despoblada en el siglo XVIII.

Ambos retablos piornalegos estaban constituidos por un gran cuadro central y remataban en frontones triangulares adornados con bolas en sus ángulos, apoyadas en pequeños y moldurados pies y rameadas las correspondientes al del Evangelio, tal y como nos muestra Sebastián Serlio en sus libros de arquitectura, sobre todo en la edición española del «Tercero y Quarto», publicada en Toledo por el arquitecto e impresor Villalpando en 1552. En este retablo del Evangelio, al que faltaban las columnas laterales —prueba evidente de que fue trasladado a Piornal desde otro lugar—, se representaba un bellísimo Nacimiento: en primer plano aparecía la Sagrada Familia con el recién nacido entre la Virgen y San José, y dos pastores llegaban a adorar al Niño sobre el fondo de un muro de sillería perforado por una arcada de medio punto; mientras tanto, el ángel anunciaba la buena nueva a otro grupo de zagales más alejado y dispuesto en el ángulo superior derecho del cuadro, sobre un cerro rocoso visible a través de una rotura del citado muro.

Eran muy hermosas y de una gran delicadeza las figuras de la Virgen —representada al modo de una Madona manierista italiana— y San José, del que aún subsiste un azulejo con su noble testa en la casa parroquial. Ocupaba el tímpano del frontón la deteriorada efigie del Padre Eterno, que emergía de entre un mar de nubes. En el ángulo superior izquierdo de este retablo se incluía un azulejo —que afortunadamente también se conserva en nuestros días, aunque mutilado— con la fecha de su fabricación, extensible al que con él formaba pareja: «... SE HIZO SIE / NDO CVRA EL SEÑOR / BACHILLER HER / NAN BLAZQVEZ / AÑO DE 1574 AÑOS».

El marco que bordeaba la obra —compuesto por pentágonos con flor central y orla de cuatro eses vegetalizadas— era similar al que corona la escena de Adán y Eva que, procedente de la iglesia talaverana de San Antón, se encuentra en el atrio de la ermita, también talaverana, de Nuestra Señora del Prado. Estos últimos azulejos están fechados, precisamente, hacia el año 1570 y se atribuyen al círculo del importante maestro Juan Fernández3.

El otro retablo, que estaba colocado al lado de la Epístola, presentaba ligeras desemejanzas con respecto al precedente. Así, conservaba las dos columnas laterales de fuste acanalado y orden corintio, que decoraban sus plintos con pirámides truncadas y estaban culminadas por puntas de diamante a la altura del entablamento. Por otro lado, la orla que hacía de predella y de entablamento tampoco era igual y, finalmente, existían diferencias en el frontón del coronamiento: en el caso de la pieza que comentamos era triangular, partido, adornado con bolas sin ramear y con pirámides irregulares en los flancos del tímpano —al modo de algunas láminas de Sebastián Serlio— y estaba dotado de una cartela elipsoidal central con la figura del Padre Eterno en actitud de bendecir.

En el cuadro principal de este retablo de la Epístola se disponía un gran Calvario: el Crucificado estaba acompañado por las efigies de la Virgen y de San Juan, tenía una calavera a sus pies y se proyectaba sobre un fondo paisajístico de ciudad —con asas de tejados muy inclinados y altas torres con cubiertas cónicas de matices centroeuropeos o flamencos— y un curioso firmamento de nubes. Todo ello prueba el uso frecuente de estampas por parte de los maestros azulejeros talaveranos, como demuestra la repetición de muchos de los detalles decorativos presentes en las obras que, de esta procedencia, se conservan en la Alta Extremadura.

Por otra parte, era muy notable la influencia italiana —complementada con detalles flamencos, como hemos dicho— que emanaba de estos dos altares de azulejos, que carecían de frontales. Como en el caso de los retablos de Valdastillas, a los que más abajo nos referiremos, se pueden atribuir al círculo de Juan Fernández, maestro que precisamente en 1570 firmaba un importante contrato para el suministro de 13.800 azulejos con destino al monasterio de El Escorial. Pero no se debe olvidar al notable azulejero, también talaverano, Hernando de Loaisa, asimismo muy activo por estas fechas y cuyas obras presentan características similares a las de Fernández.

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1.- La parroquia de Piornal es de las más antiguas del Valle del Jerte, puesto que ya se citaba el primero de mayo del año 1254 en la importante Bula del Papa Inocencio IV, por la que se confirmaban los estatutos de la Cateclral de Plasencia para el dezmatorio. Vid., SÁNCHEZ LORO, Domingo, Historias placentinas inéditas. Primera parte (Caceres, 1982), vol. A, p. 408.

2.- Se perdieron con el derribo de la antigua parroquia y hemos podido estudiarlos gracias a las fotografías amablemente proporcionadas por el que fuera párroco de Piornal don Hemúnio Monroy García (q.e.p.d.), a quien desde estas líneas recordamos con gratitud por las muchas facilidades que en su día nos proporcionó para la realización de este trabajo.

3.- Vid., VACA GONZÁLEZ, Diodoro, y RUIZ DE LUNA ROJAS, Juan, Historia de la cerdmica de Talavera de la Reina y algunos datos sobre la de Puente del Arzobispo (Madrid, 1943), pp. 291-292 y látn. 44. Sobre Juan Fernández vid., etiam., WILSON FROTHINGFIAM, Alice, Tile Panels in Spain 1500-1650 (New York, 1969), pp. 53 y ss.; GARCÍA MOGOLLON, Florencio-Javier, «Viaje Artístico por los Pueblos del Valle del Jerte. Valdastillas (XXI)», en Diario Regional Extremadura (Cáceres, 25 de mayo de 1987), p. 9; BRAÑA Y DE DIEGO, María, «La cerámica de El Escorial», en El Escorial, Ediciones del Patrimonio Nacional, t. II, 1963, pp. 583 y ss.; GARCÍA BLANco, Ángela, «Unos azulejos fechados y firmados en Garrovillas (Cáceres)», en Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología de la Universidad de Valladolid, t. XXXVI (1970), pp. 173-191; klem, «Dos altares de azulejos inéditos del taller de Juan Fernández en Valdastillas (Cáceres)», en Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos (1975), pp. 463-483.

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