La Serrana

Cuenta la leyenda que en la sierra, cerca de la fuente de Oliva Martín, se encuentra la cueva de la Serrana, personaje literario que inmortalizó Lope de Vega: una noble dama, despechada de amores, abandona su casa y se refugia en la sierra para vivir a costa de los arrieros y caminantes a los que asalta como un bandido, sembrando el miedo y misterio en la zona.

Legua y media de Piornal,
siete leguas de Plasencia,
habitaba una serrana,
alta, rubia y sandunguera.

Vara y media de cintura,
cuarta y media de muñeca,
los cabellos que llevaba,
a los zancajos le llegan.

Cuando tiene sed de agua
se baja a la ribera,
cuando tiene sed de hombres
se sube para la sierra.

Ha visto venir un serrano
que venía de por leña,
le ha cogido de la mano,
y a la cueva se lo lleva.

No le lleva por caminos,
ni tampoco por veredas,
le lleva por altos montes
por donde nadie les vea.

Ya trataron de hacer lumbre
con huesos y calaveras,
de los hombres que que ha matado
aquella terrible fiera.

Ya trataron de cenar
una grandísima cena,
de conejos y perdices,
de tórtolas y arigüeyas.

Bebe serranillo, bebe,
vino de esta calavera,
que puede ser que algún día
otros de la tuya beban.

Ya trataron de acostarse,
le mandó a cerrar la puerta,
y el serrano como tuno,
la ha dejado medio abierta.

¿Sabes serranillo, sabes,
sabes tocar la vihuela?,
si señora que lo sé,
y el violín si usted quisiera.

Le ha dado una guitarrita,
para que tocara en ella
al son que ella se durmiera,
la guitarra respondiera.

Cuando la sintió dormida,
se echó de la puerta fuera,
al ver que no estaba allí,
escarba, bufa y patea.

Legua y media lleva andando,
y sin mover la cabeza,
otra media volvió a andar
y ya volvió la cabeza.

Cogió una china en la onda,
que pesaba arroba y media,
con el aire que llevaba
le ha tirado la montera.

Vuelve serranillo, vuelve,
vuelve y toma tu montera,
que es de paño fino y bueno
y es lástima que se pierda.

Si se pierde que se pierda,
yo atrás no vuelvo a por ella
mi madre me compra otra,
o si no me estoy sin ella.

Por Dios te pido serrano,
que no descubras mi cueva,
porque si tú la descubres,
te he cortar la cabeza.

A la mañana siguiente
el serrano que dio cuenta,
acudieron todo el pueblo,
para apresarla en la cueva.

Tu padre será el caballo,
tu madre será la yegua,
y tú serás el potrillo,
que relinches por la sierra.

Yo no tengo miedo al pueblo,
ni a otros mil que vinieran,
sólo temo aquel viejecito,
y se clavó las tijeras.

Una de las muchas versiones de la tradición oral.
Yo la he cogido de la revista Veleílo.

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© Víctor A. Díaz Calle. 1997-2002