Diario Hoy
Miércoles, 21 de enero 2009

Jarramplas o la gloria del castigo

Piornal revivió el ancestral ritual de someter a los bombardeos de nabos al enigmático personaje

A.S.O..
Diario HOY. Miércoles, 21 de enero 2009

http://www.hoy.es/20090121/regional/jarramplas-gloria-castigo-20090121.html

A la guerra, a la guerra, al arma, al arma'. Es la contraseña que precede el bombardeo de nabos contra Jarramplas nada más asomar por la puerta de la iglesia. La dan las jóvenes desde el interior con la última estrofa de las roscas que cantan a San Sebastián.

Van vistosamente vestidas con el traje típico. Es 20 de enero. Ha terminado la misa mayor y glosan el sacrificio del santo. 'Sebastián se presenta para el martirio, quedando siempre fuerte, firme y tranquilo', dice otra de las letrillas.

Parece referirse al propio Jarramplas, después de superar el castigo vecinal de los nabazos. Al menos es el aspecto que presenta, ya en la sacristía Miguel Ángel Prieto Fernández, de 36 años, una vez se despoja de la máscara, armadura y protecciones y se pone el traje nuevo para la procesión y misa. «Ha sido corto y todo ha ido bien», dice satisfecho, aún con la adrenalina alborotada. Se refiere a los minutos que ha tardado desde la casa donde salió hasta la iglesia.

A discreción

Ha caminado contra un incesante lanzamiento de nabos a discreción. A veces el ruido llega a ahogar el redoble del tambor al estrellarse contra máscara y cuerpo. Jóvenes y algún mayor se afanan en recoger y tirar con maestría los enormes nabos. Minutos antes una ratona ha dejado montones por el recorrido. Para que no falten. Ese año son lanzadas 17 toneladas.

Es la primera salida de Jarramplas el día grande. Le ha tocado a Miguel Ángel Prieto después de sortearla con el otro Jarramplas oficial de 2009, Javier Merchán Vicente. «Lo hemos hecho a estilo 'champions', con unas papeletas en las que ponía Migue y Javier y 'misa' y 'rosario' y es lo que ha salido», explica el último. A él lle tocó la vespertina salida del rosario. La última hasta el año próximo. La que precede a la entrega de la ropa al mayordomo entrante. Son las dos que hace el festivo personaje en el día de San Sebastián.

Pero el estreno fue la víspera. Junto a otros 15. A algunos les sirve de iniciática experiencia para años futuros. Visto que los actuales llevaban 10 años de espera, desde que se inscribieron.

Lo decidieron con 18 y 26 años. Y por una promesa que no revelan. Lo cuenta Javier. Está en la casa de los mayordomos, donde se viste Miguel Ángel para salir en la fría mañana. El termómetro está unos grados bajo cero, la nieve mancha los rincones y la niebla se cierne sobre la mañana. Un megáfono pregona picón de encina para los braseros. Los dos jóvenes llevan el traje de multicolores girones. «Jarramplas duerme con el traje que se pone para el canto de las alboradas en la noche anterior», dice Javier.

Es el momento de mayor emoción para los protagonistas. Algo que guardarán en la memoria mientras vivan. «El recuerdo más emotivo, agrega, es cuando da la última campanada, empiezas a tocar el tambor y arrancas a andar de espaldas». Similar al del final de la procesión. O al de la felicitación de los compañeros .

Terminadas las abordas de la víspera, sigue la nocturna ronda. Después, las migas, el vino y los dulces hacen más llevadero el intenso frío de la madrugada para al animado vecindario.

La mañana de San Sebastián todo es espera hasta que sale Jarramplas. Miguel Ángel se ha vestido en la casa de los mayordomos. Empieza el rito y se hace el silencio. Le ayudan dos amigos. Le colocan guantes, espinilleras, rodilleras, coderas, un calzón con protecciones en las caderas y muslos y una coraza de fibra de vidrio para el tronco. Es la armadura que mitigará los fuertes impactos nada más asome a la calle. Junto con la máscara. Tanto él como Javier las han diseñado a su gusto. Éste confiesa haberse inspirado en los colores y formas que utilizaba Ramón. Es su particular homenaje y recuerdo. Después va el multicolor traje.

Que no se acabe la fiesta

Ante la inminente salida Javier confiesa sus ganas de que llegue la tarde. Para desfilar él. Y de que no se acabe la fiesta. «Nervioso no estoy, pero sí con una sensación distinta, algo difícil de explicar, es una mezcla de tensión y responsabilidad porque la gente disfrute y porque todo salga bien», explica Miguel Ángel minutos antes de emprender el peculiar 'paseíllo'. Entre tanto, los mayordomos invitan a dulces, jamón y café para templar el cuerpo.

Javier vive con intensidad la salida de su compañero. Por la tarde le tocará a él seguir el mismo ritual. Y enfrentarse al martirio de nabos. Para salir de él fuerte, firme y tranquilo. Como el Santo. Su padre, sin embargo, parece algo preocupado. Más, después del golpe en un ojo recibido en la salida de la víspera. Fue solo un susto.

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© Víctor A. Díaz Calle. 1997-2009