Letras Canciones de Semana Santa

Tesis Doctoral
"El folklore de Piornal: estudio analítico
musical y planteamiento didáctico"

presentada en Cáceres, el 29-5-2000, por
Rosario Guerra Iglesias

Pasión.- Lágrimas de compasión - Acompaña a tu Dios - Via Crucis antiguo - En la primera estación - Poderoso Jesús Nazareno

Cantos a la Cruz.- Ved la Cruz de salvación - Que viva, que viva la Cruz - Victoria

Dolores de la Virgen.- Cuando presentáis a Dios - Circuncida y ofrece la Madre al Hijo

Saetas.- Quién me presta una escalera - La Virgen bordó su manto - Ya viene la Dolorosa - ¡Oh, qué triste está María!

Resurrección.- Por las calles y las plazas - Esta es la Pascua Florida - Perdona a tu pueblo

Agulla Canciones de Semana Santa (1/2)

156.- Lágrimas de compasión

En la primera estación
atento quiero que notes,
cuanta resignación
pasé por tu redención,
más de cinco mil azotes.
Hombre mira y considera,
movido de compasión,
que en esta estación primera
me sentencian a que muera
entre uno y otro ladrón.

Lágrimas, de compasión
de puro dolor lloremos
para que todos logremos
los frutos de la Pasión.

En la segunda, camina
verás que el tumulto vario
toda el pueblo determina
que al son de roncas bocinas
me conduzcan al calvario.

Guiando va un pregonero
por la desolada cumbre;
y el inocente Cordero
va abrumado del madero
con modestia y pesadumbre.

Lágrimas, de compasión...

Caí en la estación tercera,
y todos aqui gritaron:
muera el embustero, muera.
Y con indignación fiera
del suelo me levantaron.
Una soga a mi garganta
echaron para tirar;
pero con violencia tanta
que, para asentar la planta,
aun no me daba lugar.

Lágrimas, de compasión...

Caminaba yo, obediente
al precepto de mi Padre,
cuando se me pone enfrente,
rompiendo por tanta gente,
Mi desconsolada Madre.
en este paso colige
que cuando la vi venir,
-Vuélvase Madre, la dije,
que tu pena más me aflige,
que el saber voy a morir.

Lágrimas, de compasión...

En esta jornada larga
tan fatigado me veo,
que en aflicción tan amarga
me ayuda a llevar la carga,
alquilado, un Cirineo.
No ayudan por caridad
ante el peso que me inclino;
sino lleno de impiedad
porque temen la crueldad
que me muera en el camino.

Lágrimas, de compasión...

Con la fatiga y el calor
me veía desfallecer,
cuando, movida al dolor,
limpió mi rostro el sudor
una piadosa mujer.
A tal estado he llegado
que, con ser cielo sereno,
me hallo tan oscurecido,
que sólo soy conocido
por llamarme Nazareno.

Lágrimas, de compasión...

Caí, oh qué desconsuelo,
al salir de la ciudad;
y me levantan del suelo
tirando de barba y pelo
con fiera inhumanidad.
Con violencia de empellones
a caminar me precisan
entre injurias y baldones,
metido entre dos ladrones
todos me arrastran y pisan.

Lágrimas, de compasión...

De unas mujeres oí
unos ayes lastimados;
a las que respondí
diciéndolas que por sí
llorasen, por sus pecados.
Si por las culpas ajenas
esto se ejecuta en mí,
más crudas serán las penas
que de horror estando llenas
preparadas para ti.

Lágrimas, de compasión...

La gravedad del pecado
en la Cruz tanto pesó
que, rendido y fatigado,
del todo ya desmayado,
en el suelo me postré.
Al quererme levantar,
como la fuerza era poca,
caí, para más penar,
tan recio que viene a dar
en la tierra con la boca.

Lágrimas, de compasión...

Llegué al monte sin aliento,
sin poderme ya tener;
desnúdanme desatentos;
y, doblando mis tormentos,
vinagre me hacen beber.
Qué vergüenza, qué dolor,
contemplar padeciera
oprimido el dolor,
y en el concurso mayor
desnudo en medio del día.

Lágrimas, de compasión...

Los más impíos tiranos,
impelidos de furor,
más que tigres inhumanos,
me clavan de pies y manos,
cual si fuera un malhechor.
Mira el descanso que hallé
después de fatiga tanta;
un palo mi cama fue,
tan sólo el ancho de un pie
donde el cuerpo se quebranta.

Lágrimas, de compasión...

Ya que en la Cruz me han clavado,
inhumanos y crueles,
en alto me han levantado.
Ya con la pica el soldado,
ya el verdugo con cordeles,
mírame entre tierra y Cielo
de tres escarpias pendiente;
tiembla de dolor el suelo,
rasgase el templo el velo,
y el hombre no se arrepiente.

Lágrimas, de compasión...

Por tres horas bien cumplidas
el aliento me duró,
hasta que, por las heridas
mortales y rrepetidas,
el alma se despidió.
Era ya sombra en el mundo
al esconderse la luz
cuando con llantos profundos
aquel cuerpo sin segundos
fue bajado de la Cruz.

Lágrimas, de compasión...

Ya a la última viniste;
contempla aquí con piedad
a tu madre, la más triste
que jamás verás ni viste,
llorando su soledad.
No te ausentes, alma mía;
ponte, en silencio, a escuchar
los lamentos de María,
que, sobre la losa fría
del sepulcro, va a llorar.

Lágrimas, de compasión...

Informantes: G. D. P. Semana Santa 97, G. D. P. Semana Santa 98, Consuelo Calle Díaz, Victoria Díaz Prieto, Francisca Sánchez Salgado, José Vicente Calle.

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157.- Acompaña a tu Dios

1ª Estación: Jesús condenado a muerte

Acompaña a tu Dios alma mía,
cual vil asesina llevado ante el juez,
y al autor de la vida contempla
por fin, condenado a muerte cruel.
Dulce Redentor,
Para mí era la pena de muerte;
ya lloro mis culpas y os pido perdón.
Madre afligida, de pena hondo mar,
logradnos la gracia de nunca pecar.

2ª Estación: Jesús con la Cruz a cuestas

Con la Cruz de tus culpas cargado,
exhausto de fuerzas, camina tu Dios;
y a subir la pendiente le impelen
por fuera sayones, por dentro tu amor.
Dulce Redentor,
mi pecado esos hombros oprimen;
yo lloro mis culpas y os pido perdón.
Madre afligida...

3ª Estación: Jesús cae por primera
vez

Con sus alas de nieve los ángeles
pasmados de espanto, cubrieron su faz;
bajo el tosco y pesado madero
en tierra caído su Dios al mirar.
Dulce Redentor,
por mis yerros caísteis en tierra.
Ya lloro mis culpas y os pido perdón.
Madre afligida...

4ª Estación: Jesús encuentra a su madre

del Calvario subiendo a la cumbre
el reo divino a su madre encontró,
y una espada de filos agudos
del Hijo y la Madre hirió al corazón.
Dulce Redentor,
yo también quiero ser Cirineo.
Ya lloro mis culpas y os pido perdón.
Madre afligida...

5ª Estación: Jesús ayudado por el Cirineo

Porque al monte con vida llegase
los duros escribas con señal infernal
a Simón Cirineo alquilaron,
que a Cristo ayudase la Cruz a llevar.
Dulce Redentor,
Yo también quiero ser Cirineo.
Ya lloro mis culpas y os pido perdón.
Madre afligida...

6ª Estación: La Verónica limpia el
rostro de Jesús

Con ternura y piedad la Verónica
el rostro sangriento de Cristo enjugó
y en tres pliegues del lienzo, por premio,
grabada la imagen llevó del Señor.
Dulce Redentor,
en mi pecho grabad vuestra imagen.
Ya lloro mis culpas y os pido perdón.
Madre afligida...

7ª Estación: Jesús cae por segunda
vez

Otra vez el Señor de los Cielos
volvió, fatigado, el polvo a besar;
y otra vez los esbirros crueles
en Él desfogaron su ira y crueldad.
Dulce Redentor,
nunca más caeré ya en pecado.
Ya lloro mis culpas y os pido perdón.
Madre afligida...

  8ª Estación: Jesús consuela a las
mujeres

Vio Jesús que una cuantas mujeres,
movidas a lástima, lloraban ante Él,
y les dijo: -Llorad por vosotras,
piadosas mujeres, por mí no lloréis.
Dulce Redentor,
vuestras penas taladran mi pecho.
Ya lloro mis culpas y os pido perdón.
Madre afligida...

9ª Estación: Jesús cae por tercera
vez

Con sus duras caídas, cristiano,
las tuyas pretende Jesús resarcir;
a tu Dios por tercera vez mira
de polvo y de sangre cubierto por ti.
Dulce Redentor,
vuestro amor del infierno me libre.
Ya lloro mis culpas y os pido perdón.
Madre afligida...

10ª Estación: Jesús despojado de sus
vestiduras

Con furor los vestidos quitaron
del monte en la cumbre al paciente Jesús;
y por no iluminar tanta afrenta,
las puras estrellas negaron su luz.
Dulce Redentor,
ya no más liviandad ni impureza.
Ya lloro mis culpas y os pido perdón.
Madre afligida...

11ª Estación: Jesús clavado en la
Cruz

Ya, alma mía, en la Cruz, duro lecho
sus miembros sangrados extiende tu Bien,
y con clavos agudos taladran
los viles soldados sus manos y pies.
Dulce Redentor,
yo esos clavos clavé en vuestros miembros.
Ya lloro mis culpas y os pido perdón.
Madre afligida...

12ª Estación: Jesús muere en la Cruz

Tiembla el orbe y el sol se oscurece
al ver en un palo expirar a su Dios;
rompe en llanto también tú, alma mía,
pensando que muere Jesús por tu amor.
Dulce Redentor,
mis pecados os dieron la muerte.
Ya lloro mis culpas y os pido perdón.
Madre afligida...

13ª Estación: Jesús en brazos de su
madre

De Jesús el cadáver sagrado
María en sus brazos llorando tomó,
y con voz de dolor le decía:
-¿Quien muerte te ha dado, mi Bien y mi amor?.
Dulce Redentor,
respondedle que aquí está el culpable.
Ya lloro mis culpas y os pido perdón.
Madre afligida...

14ª Estación: Jesús es puesto en el
sepulcro

En un frío y profundo sepulcro
los restos mortales guardáronse ya.
triste Madre, cuan sola te quedas;
seré yo el consuelo de tu soledad.
Dulce Redentor,
Yo a la madre privé de su hijo.
Ya lloro mis culpas y os pido perdón.
Madre afligida...

 
 

Informantes: Consuelo Calle Díaz, G. D. P. Semana Santa 97, G. D. P. Semana Santa 98, Agustina Merchán Sánchez, Francisca Sánchez Salgado.

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158.- Via Crucis antiguo

Escucha con atención
lo que padeció Jesús
desde el hueno hasta la cruz
en su Sagrada Pasión.
Lágrimas de compasión
nos dé a todos el Señor
por tu pasion, Jesús mío,
abrasadme en vuestro amor.

Afligido y angustiado
le verás en la oración;
presintiendo su pasión
sangre en el huerto ha sudado
y hasta la tierra ha llegado
lo copioso del sudor.

Judas al huerto ha llegado
con esbirros y criados;
un beso a Cristo le ha dado
de amigo falso y traidor;
manos entonces le echaron
como a un hombre malhechor.

A la mejilla inocente,
con mano de hierro armada,
dan tan recia bofetada
que hace queen sangre reviente
mi Dios, pues el alma siente
ser causa de tal rigor.

Oh quien estuviera allí
dulce amante dueño mío,
y al golpe de aquel judío
pusiera el rostro por ti
toda la culpa está en mi
y vos la pagáis, Señor.

Con furia y rabia es llevado
de uno a otro tribunal;
y lo miraron tan mal
que de loco lo han tratado.
Con Barrabás comparado,
dicen que es Jesús peor.

Desnudo está, y azotado
con tan terrible fiereza,
que desde el pie a la cabeza
le verás todo llagado.
Oh, qué caro le ha costado
el querer al pecador.

Con penetrantes espinas
coronaron su cabeza;
y, apretándole con fuerza,
rompe las sienes divinas,
abriendo así las minas
del oro de más valor.

En el balcón asomado
- Ecce Homo, dice Pilatos;
y responde el pueblo airado
¡que muera crucificado!,
que aún con verlo tan llegado,
no está saciado el rencor.

Está el pueblo allí gritando,
pidiendo que Jesús muera.
Oh mi Dios quien tal creyera
que tu fueras sentenciado
a morir crucificado
siendo de la vida Autor.

Con un pesado madero
descalzo y todo llagado,
va de espinas coronado
al mansísimo Cordero;
también tira un sayón fiero
de la soga con furor.

El cuerpo lleva inclinado,
y las mejillas hermosas
con salivas asquerosas,
y el rostro acardenalado,
denegrido y afeado,
ya que el verlo es un dolor.

Se oye el falso pregonero,
que al eco de las trompetas,
estando todos alerta,
dice que es un embustero
y que muera el Nazareno
en una Cruz por traidor.

Ya le han caído a empujones
con rigor fiero, inhumano;
y, en vez de darle la mano,
le daban más empellones;
y, entre burlas y risones,
levantan a tu Señor.

Al encuentro le ha salido
su madre a su Redentor;
y entre sayones le vio
arrastrado y escupido;
su corazón fue partido
por la espada del dolor.

Al Cirineo han hablado
que ayude a llevar la Cruz,
porque temen que Jesús
muera, y no crucificado;
por esto si lo han buscado,
no por piedad ni favor.

Lleno de polvo y cansado
la Verónica le ha visto;
y limpiando el rostro a Cristo
quedó en el lienzo estampado,
bien se lo pagó el cuitado,
porque es muy bien pagado.

Llega con la Cruz pesada
al calvario; con presteza
le quitaron con fiereza
las vestiduras sagradas;
la carne salió pegada
a la túnica interior.

Desnudo y arrodillado,
a la vista de su Madre,
se ofrece por ti a Dios Padre
en caridad abrasado;
hiel y vinagre le han dado
porque no sienta el dolor.

En la Cruz ya recostado,
verás de un calvo tirano
la punta en su diestra mano;
y un martillo levantado
fuerte golpe ha descargado,
que hace temblar al Creador.

A la siniestra le echaron
lazos con unos cordeles;
y, tirando muy crueles,
los huesos desencajaron;
nuevos golpes resonaron
al clavarla con furor.

También las piernas le ataron
y, estando el cuerpo encogido,
tiran tanto que, extendido,
todo lo descoyuntaron;
los pies se los traspasaron
para clavarlos mejor.

Después que así lo clavaron,
como tan mal lo quisieron,
boca abajo lo volvieron;
y los calvos remacharon;
y las llagas desgarraron
sin piedad y sin temor.

En lo alto está levantado,
blasfemando de sayones;
y, en medio de dos ladrones,
sediento y desamparados,
su cuerpo está destrozado,
y desvaído el dolor.

El sol ya se ha oscurecido,
la tierra se ve temblando,
el velo se va rasgando
y las piedras se han partido;
el mundo está conmovido
cuando muere el Redentor.

Un atrevido soldado,
viendo que Jesús ha muerto,
con una lanza le ha abierto
el santísimo costado;
agua y sangre ha derramado
para bien del pecador.

Haced, Señor Soberano
que en esa llaga de amor
se abrase en divino amor
todo corazón cristiano;
y todo el género humano
os confiese Redentor.

Haced, mi Jesús amado,
que mis ojos, hechos fuentes,
lloren lágrimas ardientes
por lo mucho que he pecado,
pues tanto a ti te ha costado
el salvar al pecador.

Informantes: G. D. P. Semana Santa 97, G. D. P. Semana Santa 98, Consuelo Calle Díaz.

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159.- En la primera estación

Mismo texto de la canción nº 156.

Informantes: G. D. P. Semana Santa 97, G. D. P. Semana Santa 98, Agustina Merchán Sánchez, Francisca Sánchez Salgado.

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160.- Poderoso Jesús Nazareno

Poderoso Jesús Nazareno,
de cielos y tierras, el Rey universal,
soy un alma que os viene ofendiendo,
pide que sus culpas queráis perdonar.

Sígueme y verás,
pues quisiste por ella en cuanto hombre,
ser muy maltratado y en Cruz expirar.

Informantes: G. D. P. Semana Santa 97, G. D. P. Semana Santa 98, Francisca Sánchez Salgado.

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© Víctor A. Díaz Calle. 1997-2002